“A finales de la década de los 40 y principios de los 50 la mayoría de los campos eran descubiertos o frontones de duro suelo de hormigón por lo que era muy común que los jugadores usaran protecciones en las rodillas”
Edgar Caprotti de la Torre comenzó a jugar al baloncesto en el Club América de los hermanos Gil, simultaneó su presencia en el Real Madrid de baloncesto y de balonmano a once con brillantes resultados en ambas especialidades.
Su padre, el pintor italiano Guido Caprotti, residente en Ávila desde 1916 cuando su tren quedó bloqueado por la nieve y se enamoró del paisaje, le regaló unas rodilleras tras un viaje a Estados Unidos. Eran el motivo de la envidia de sus compañeros y es que todo lo que vinera desde el otro lado del atlántico se veneraba por su calidad y la dificultad de conseguir material de esa calidad por estas tierras.
Referente del equipo blanco en la década de los 40, Caprotti llegó al Real Madrid en 1945, y se convirtió en un coleccionista de trofeos de Copa, ya que consiguió vestido de blanco las de los años 48, 49 y 50.

Esta foto, perteneciente al archivo de la FEB conservado en Alcobendas.