Soy Edgar Caprotti, nieto de Guido Caprotti, gran pintor y mejor persona. Celebramos su centenario y el gran amor que profeso por Ávila y su gente, hasta tal punto que fue declarado hijo adoptivo de esta hermosa ciudad, y lo celebramos aquí, en el palacio Caprotti, su casa, su estudio, hoy convertido en su museo donde se expone gran parte de su obra. Fue su gran sueño, y gracias al intenso trabajo del excelentísimo ayuntamiento de Ávila, de mi padre, y de mis tíos, hoy una realidad de la que estoy seguro se sentiría muy orgulloso y agradecido a todos.
Mi abuelo Guido dedico toda su vida a su gran pasión, la pintura, y como pintor curioso e inquieto, gran observador de todo lo que le rodeaba, supo transmitir en sus cuadro la luz de Ávila en sus paisajes, sus rincones, su historia, las costumbres de sus gentes con una particular visión que nos sobrecoge al contemplar su obra. Destaco “El Sereno”, que obtuvo varias distinciones artísticas, premios y fama internacional, y “La madre del Héroe”, cuyo dolor y entereza rinde homenaje al sufrimiento que causan las guerras.
Mi abuelo nos lleva a un recorrido por Ávila, que la hace si cabe mas bella y misteriosa y nos crea un enorme interés en conocerla mas a fondo, ya que como vemos no solo capto de forma genial la muralla, casonas, calles, etc. , sino también supo compartir en sus paisajes el invierno que tanto le enamoro y queda reflejado en sus cuadros. No quiso olvidar la tradición católica de Ávila, Santa Teresa del niño Jesús y su orden las carmelitas Descalzas, los dominicos y escenas religiosas de gran realismo e increíble luz. En una de ellas, la procesión de la Santa, retrato a mi padre, mi tío Oscar, mi tía Laura y mi bisabuela.
Fue un gran retratista, y nos ha dejado un gran legado. Retrato a sus familiares, a sus hijos mellizos, mi padre Edgar y tío Oscar, a su hija Laura, a su mujer y a sus nietos, Laura y yo. También a sus amigos, entre los que había aristócratas, actrices, escritores como Unamuno, y sus famosos autorretratos. En su obra vemos retratos dedicados principalmente a la mujer, de la que era un gran admirador. Destaco entre ellos sus desnudos, tratados de una forma delicada y exquisita.
Edgar Caprotti J

Autor Edgar Caprotti J

Edgar Caprotti J. (Madrid, 1963), inútil profesional como se autodenomina él, saltó al mundo de las letras en plancha con "¿Por qué los perros no tienen apellidos?", editado en el 2008 en dos fases: 1/ La primera edición, en Junio del 2008, con tal cantidad de erratas que no hubo más manera que deserratizarlo, y ser autosecuestrado hasta el día del Juicio Final. 2/ La segunda edición, en Noviembre del 2008, ya sin molestas erratas, que fue la definitiva, de cara y de espaldas al público. Luego vinieron más libros, como el segundo "Una novela y varios relatos para pasar el rato", o el tercero "El libro a pedales", y un cambio de estrategia literaria en su cuarto, el cuento a la par que novela "La dama de verde en la torre mayor del palacio". El quinto sería de poesía, otro recambio estratégico titulado "La isla perdida. Las Primeras Poesías de Edgar Caprotti J. Años 1981/82", en realidad su primero, salvo el prólogo escrito casi treinta años después. El sexto sería una vuelta renovada a los primeros libros con "Historia de un amor con un tabique de por medio", que creó a su vez el género catastrofista literario (invención del autor), apareciendo unos meses después el séptimo "La vida es un culebrón", creador a su vez de la filosofía del negativismo positivista (otra invención de Caprotti J., para variar). Y el octavo y penúltimo "Los reduxlatamientos", donde se cierra el círculo aludiendo su título a "Los Diez Relatamientos", primera pieza de ese caótico y provocador primer libro que fue, es y será "¿Por qué los perros no tienen apellidos?", antes de abandonar su primera editorial sin previo aviso. Ahora en este nuevo paso de Edgar Caprotti J., tras muchos tropezones, a la editorial "Puntorojolibros", el círculo vuelve a ensancharse con su noveno espécimen "Lucecita Del Alma Querida", este mismo del que forma parte este solapado escrito. Amén.

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